viernes, 27 de junio de 2014

Ese color violeta del cielo que te sorprende una sola vez. Se me pegan y me contagian otros vampiros con energía de entrar de lleno al mundo descarnado. Pero hay algo que quisiera decirte; que todavía vas a sentir más que antes. 

Aunque creas que has sentido todo. Que lo que sucede ahora es una ceguera momentánea, que después viene realmente lo fundamental. No hay viaje al pasado. No está disponible para toda esta cantidad acumulada de mínimas expresiones de partículas. Aquello único susceptible es la memoria, pero también engaña. Basta con un halo explosivo y todo lo que te esfuerces en recordar, va a desaparecer. Y la pura novedad. 

Todo se olvida (cabeza de novia). Quisiera decirte que lo que ves como repetición es una construcción a partir de tus ganas de que vuelva a pasar. Pero el deseo es químicamente transformable y adaptarse también es no anticiparse, habiéndose acomodado al instante. Animarse a sufrir es lo que no permite tu razón. Y la razón es otro de tus inventos para quedarte acá. Andate. No te quedes. Quedarte es la inmovilidad. Girá en círculos sobre el presente. Aumenta tu pulso, descalibrando al tiempo. 

Cruzá el horizonte hacia mar abierto. Hace ese movimiento que nadie espera. No te quedes. Es una ficha más al orden. Una apuesta que hizo el gran sindios con tu vida. Y no vas a perder al perderte.

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