jueves, 12 de octubre de 2017

Soy militante del punto medio. No fue sencillo haber derivado lo obvio. Pero en estos días de retro-intro ¿pos? perspectiva, caigo en la cuenta de que he practicado la noción del equilibrio interno desde que tengo memoria. Que todavía no vivo pero tampoco muero soy spatium. De que el alter ego me ubica entre los espíritus intrascendentes por no mancharse con ningún obstáculo. De perpetuarme como masa informe para no dar declaraciones. Camino en puntas de pie por la frontera del (in)consciente. No he estudiado en profundidad un solo símbolo. Lo que he hecho ha sido tambalear por la soga gruesa que atraviesa dos puntos de una ciudad, de una parcela en cualquier reserva geográfica a la interperie. He juntado las hojas suficientes del suelo hasta que se achanchara el sol. He dormido a la hora adecuada para recibir las ondas homeostáticas que pongan la misma fuerza en cada brazo. No he inclinado la cabeza para no quedar sorda de un oído. Y sigo siendo soldada secreta de lo que creo en el medio. De la ética nicomaquea tergiversada por mi andar. No tiendo solo al centro, además lo sondeo de antemano. .Al punto de haber hecho desaparecer las tendencias para pasar a lo ya tendido. Me he puesto al hombro esta responsabilidad de ser el medio y ejercerlo -como se debe- entre las sombras. De haber ido con la mirada escurridiza hacia y desde las gentes en un domingo de feria popular. He pasado por delante de quienes no detectarían mi existencia. He querido ser un fantasma para mediar entre aquello que no puede ser dicho ...(y de aquello que sí, lo digo entre dos silencios)...

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