El silencio de los concientes ahogado en valles de palabras
Saltan las piedras
desde la rueda hacia las tumbas
Se matean sueños,
miradas lentas, pasos acobardados se entrepisan, no se distraen
Cuentan anécdotas de
corderos vivos, promesas enterradas, visitas diarias.
La música sangra entre las cuerdas y el viento.
pero ante todo se elabora el tiempo
Construyen el tiempo
sin mucho ni poco, con manos arrugadas en los bolsillos,
esperando una lluvia
fuerte, una montaña de vino, un cerro que vomite río.
Y ahí, en orden, las
frutas que crecieron solas
junto a las papas que
no quisieron hacerlo
Los pájaros que
aprendieron a cantar sin vergüenza
acompañan a los niños
que repiten coplas
De día la tierra se
quiebra muerta, de noche se vela al silencio y no se mira atrás.
Y entre vientos
desganados de algunos días, cielos agónicos de rojos y verdes que arrastra la
lluvia; viven. Viven y se preguntan por la distancia familiar que puede
implicar el trabajo, por la materia inusitada del fantasmal progreso.
Se preguntan y
resisten lo que otros traen
y nunca falta que
brote el cielo y se pegoteen los zapatos.
Que la tierra
absorba, el cuero cubra. Mientras el ojo chueco aún se está acostumbrando al
horizonte, al personaje de alcohol continuo con caras de piedra, al taco contra
el piso de madera en una noche de garufa, mascando coca al ritmo de las moscas y al
son del diablo.
2 comentarios:
Muy buena, tiene un aire a guanuqueando
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