Te golpeaste contra una pared de hierro unas veinte veces seguidas, te hiciste añicos en la espera del llamado crucial. Volcaste la bebida de vergüenzas y orgullos para despedir sinceridad inútil. Creíste haber logrado todo cuando en verdad no supiste utilizar las armas en la mejor pelea. Nada te bastaba, ni siquiera la percepción por tu escepticismo y si creyeras en el lenguaje de los ojos… Te animaste a ser cuando ya no lo eras cuando mentías lo evidente, cuando no mirabas a tu espejo. Tanta ficción inimaginable, ni entraba en los posibles, solo ahora con el tiempo en las manos el grito te aturde mas fuerte. Solo ahora con el silencio escrito frente a un destino cierto. Y el peso se te fue acumulando tanto en la espalda que aun no te deja sentir. Encorvado vas por un camino lleno de piedras… que desvarío! Cuantas vueltas más tendrá que dar la rueda para que lo aceptes, tal vez no lo hagas nunca. El chirreo de tus puertas, el aire indeciso, el perfume en los sueños, y sigues sin saber. Porque acaso no te diste cuenta que al fin de cuentas todo lo que era lo creiste. Y es por eso que huimos en dirección hacia una estabilidad ciega, una seguridad que fue una cuenta con decimales, un control de las cosas tan utópico y variable como tu verdad.
Estaré en la franja de las pocas probabilidades por ser capaz de ofrecer esto. Esto que soy. Y porque el error en los segundos formales fue el ser lo que debía haber sido.